La Odisea de la Obra Doña Bárbara
- Anna Jiménez
- 24 nov 2018
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 25 nov 2018

En mi escuela era una tradición que los alumnos del penúltimo y último año trabajaran en representar una obra, y, de hecho, era una de nuestras actividades favoritas (probablemente por distintos motivos cada uno). Los alumnos de Penúltimo año se encargaban de representar una obra clásica de Shakespeare, y los de último año, les tocaba representar obras venezolanas.
Cuando estaba en 4to (mi penúltimo año), mi sección decidió representar “Sueño de una Noche de Verano” la obra quedo bastante genial, ¡incluso creamos un mini-baile!, pero yo no participé mucho en esta, cuando ensayaban daba mi opinión como público, pero no era la directora de la obra (quien tiene la última palabra) ni la subdirectora.
Pero, para el momento que llegué a 5to, mis compañeros me propusieron como subdirectora, y querían que los ayudase a modificar el guión, en el principio íbamos a hacer Peonía, ya que la otra sección había escogido hacer Doña Barbara de Romulo Gallegos. En realidad nunca trabajé con el libreto de Peonia, solo discutimos como queríamos “mejorar” la obra para hacerla más interesante, pero nada nos terminaba de convencer.
De repente un día, una de las muchachas con las que estaba trabajando me dice que la otra sección desistió de Trabajar en Doña Bárbara, que iban a hacer “Bodas de Sangre” de Federico García Orca (La cual no es una obra venezolana, pero ese no es el caso), ¡Por fin! ¡teníamos una obra interesante!
Rápidamente nos dimos cuenta del porque la otra sección había abandonado la idea de hacer Doña Barbara, ¡No había un guión formal! o por lo menos que pudieras encontrar en Internet, lo cual añadía más trabajo.
De todas formas, eso no nos detuvo, me tomé desde un viernes completo a trabajar con la escritura de la obra, iba leyendo mientras escribía, junté un par de personajes, eliminé escenas no tan importantes, cree diálogos más "cortos y fáciles” de memorizar para mis compañeros. Durante ese día las muchachas que me ayudaron le estaban preguntando a familiares y amigos qué consideraban más importante para la obra, y mientas veían la telenovela y me decían las escenas que más le gustaban para añadirlas a la obra, yo misma le preguntaba a mi padre, que se había leído el libro recientemente, para saber que no omitía cosas que podrían ser importantes.
Fue un trabajo difícil, aunque sorprendentemente me tomó 3 días hacerlo. Pero esos días fueron largos, me despertaba temprano en la mañana y me ponía a leer y a escribir, y así pasaba todo el día hasta que me daba sueño (como a las 3 o 5 de la mañana del día siguiente). Pero igualmente, se logró.
Se logró un documento de 20 páginas, ¡No teníamos mucho tiempo! Había personajes con diálogos que duraban media página, escenas que cuando empezaban uno no quería ni terminar de verlas ¡Incluso yo! ¡qué era mi propio esfuerzo!
Así que mientras íbamos ensayando, los actores y la directora me decían que elementos de la obra eran pesados, innecesarios, o difíciles para aprender. Con todas las correcciones a mano, trabajé en el documento, no me tomó mucho, y lo pude resumir, si no me equivoco, a unas 15 páginas, para mí no era mucho, quería que los muchachos lo tuvieran fácil, pero todos estuvieron de acuerdo con los cambios.
Incluso recuerdo que durante esa época gente de la otra sección que se quejaba que su directora fue muy floja para hacer lo que yo hice (escribir la obra para el teatro), a los cuales siempre le contesté, que ese no era el trabajo de ella, yo lo hice porque quise… Y que, por favor, dejaran de criticar.
Y bueno, después de varias semanas de ensayos y nervios, por fin llegó el día de la presentación, estaba demasiado nerviosa, no quería ni verlo, pero igualmente se presentó, como cualquier actividad en vivo hubo un par de errores, muchachos que se olvidaron de una parte de sus diálogos (que nuestra estrella “Doña Bárbara” salvó), se abrió el telón antes de tiempo, uno de los efectos de sonido no apareció, pero eso son detalles menores, todo al final salió perfecto.
Y, aunque no creo que lo vayan a leer, me gustaría agradecerle a todos los que me ayudaron a trabajar en la obra (gracias a lo cual confirmé que me gusta escribir), los profesores que nos ayudaron a buscar ideas cuando estábamos en la deriva, y que me animaron a escribir el guión. A los actores, y a la directora, que, aunque estresada, logró sacarnos a todos adelante. De verdad, que todos son mi familia, los quiero.
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